Nos hemos levantado y hemos ido directos al bufet. Bufet que es enorme y lleno de cosas que se te hace la boca agua. Hemos elegido tortilla francesa con jamón y un poco de queso, fruta de todo tipo, un batido Fórmula1 (hoy tocaba de fresa), algunas delicias dulces (jeje), zumo de naranja y café con leche. Hay que coger fuerzas.
Contemplar desde la mesa del restaurante las vistas de la ciudad es algo que nunca voy a olvidar. Split es una ciudad costera, abierta al mar, con un paseo marítimo súper grande. Teníamos hasta las 17h para visitar la ciudad así que lo hemos aprovechado al máximo. Eso sí, había que cambiar euros por kunas que es la moneda de aquí.
Lo primero que llama la atención son las ruinas romanas del Palacio de Diocleciano, que están muy bien conservadas y le da un ambiente al casco histórico súper chulo. La gente por aquí es muy amable. En mi inglés tan particular es fácil llegar a acuerdos sobre precios de imanes y pulseras. Ah! No os he contado pero hago colección de imanes para la nevera. Otro día os lo enseño.
Había hoy un mercado de frutas y verduras enorme. Me he fijado en una señora que tenía unas fresas que parecían nécoras de grandes que eras. Qué gozada.
Las callejuelas adoquinadas están muy limpias y en cada esquina te encuentras alguna sorpresa. Un par de centuriones romanos echándose fotos con los turistas (si les das 1 euro) sino se dan la vuelta, jaja; un grupo de folk cantando cosas de por aquí; barecillos súper chulos con sombrillas enormes. Hay que decir que ha hecho un día espectacular con calor y todo.
Hemos estado hablando con un paisano en su tienda y nos ha contado la historia de la piedra de Brass. Resulta que hay una isla con el mismo nombre con unas canteras enormes de donde sacaron el material para el palacio y para casi toda la ciudad. La cosa es que nos hemos llevado dos pulseras muy chulas de esa piedra, eah!
Nos ha sorprendido mucho la ciudad la verdad. Esperábamos algo típico turístico como cualquiera del Mediterráneo español y nada que ver. Limpio, ordenado y agradable.
En una plaza nos hemos parado a tomar un refrigerio y resulta que la mesas son las propias gradas de un templo romano. Increíble. Me he zampado una especia de empanada de espinacas y acelga que estaba de lujo, por cierto.
A última hora nos quedaban kunas y nos las hemos gastado tomando un vino blanco de la zona, fresquito. Hemos paseado por el paseo marítimo y nos hemos vuelto al “Splendour”.
Y vamos y nos encontramos con más regalos encima de la cama. esta vez barritas de proteína y barritas F1 Express. Estoy enamorado de este viaje, directamente.
Bufet, descansar un poco y de camino al gima a hacer algo de ejercicio. No me esperaba encontrar el gimnasio lleno! jajaja Me encanta. En otras vacaciones “típicas” el gimnasio está abandonado con otros dos locos como yo. Después de hacer un poco de ejercicio a arreglarse un poco que tenemos cena de lujo.
Nos os podéis hacer a la idea. Un restaurante de dos plantas, la de arriba con una especie de terraza que se veía la planta de abajo. Todo enmoquetado, con lámparas de araña y lujo por todos lados. Y lo mejor de todo, un camarero y su asistente asignado a cada mesa. Trato espectacular el de Herberth. Gracias de nuevo. Quiero gente a mi lado como él, que son capaces de no limitarse a hacer su trabajo sino que procuran una esfuerzo extra. La cena y la compañía perfecta!
Hoy no había fiesta de disfraces, jaja. Mañana hay follón ya os contaré más.
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